Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con pasión desbordante. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un https://barryelms666211.blogsumer.com/37554468/por-qué-zidane-le-dio-un-cabezazo-a-materazzi